¡QUÉ NOTA LA EVALUACIÓN!: EXPERIMENTO

martes, 17 de marzo de 2009

EXPERIMENTO

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Es para nosotros muy grato, presentar este espacio de reflexión, ahora que comenzamos esta hermosa tarea de repensar nuestra procesos de evaluación. Este blog es para ti, si... para ti que estas leyendo estas palabras, no importa si eres docente, estudiante, directivo, administrativo, exalumno, si estas en este hermoso país que tanto nos llena de orgullo, nuestra amada Colombia, o si eres un hermano amigo que vive en otro bello país; no importa si eres de este pedacito de cielo, llamado Quindío o si perteneces a otro departamento; tampoco importa si perteneces a esta Institución tan especial: Gustavo Matamoros D'Costa o si haces parte de otro colegio; y tampoco nos importa si sencillamente llegaste hasta aquí por equivocación. Lo que más nos importa, es que ahora estás aquí, para aportarnos, para expresar con un pensamiento, como quieres que sea la evaluación, como debe ser este misterioso proceso que tanto nos pone a pensar. Así que ánimo, dejanos tu comentario, no sabes como lo vamos a valorar.

EDUCACIÓN PREVENTIVA

Es el niño una plantita singular, confiada a los cuidados de un hortelano llamado Educador.
El colegio debe dar a la patria, no solamente hombres instruidos, sino sobre todo ciudadanos virtuosos.
Traicionan su glorioso nombre y su misión los maestros que descuidan formar el corazón de sus alumnos a la bondad y a la virtud, excusándose con cualquier pretexto.
Los jóvenes suelen manifestar uno de estos caracteres: bueno, ordinario, difícil y díscolo.
Para los jóvenes buenos basta la asistencia general, explicándoles las reglas de convivencia y recomendándoles su observancia.
Los jóvenes ordinarios necesitan avisos y consejos frecuentes, pero breves. Hay que estimularlos al trabajo aun con pequeños premios, y demostrarles grande confianza.
A los jóvenes difíciles y a los díscolos hay que dirigir de modo particular todos los esfuerzos y solicitudes.
A los jóvenes difíciles y a los díscolos hay que procurar conocerlos, informarse sobre su vida pasada, mostrárseles amigo, dejarlos hablar y no perderlos de vista sin dar a entender que se desconfía de ellos.
Dése a los alumnos ocasión de exponer con toda libertad su pensamiento, cuidando, sí, de rectificar o corregir las expresiones, las palabras, las acciones no conformes con una buena educación.
Pocas palabras y muchas obras.
Todos los que desempeñan un cargo dentro de la institución pueden dar avisos y consejos a cualquier alumno.
Háganse conocer bien las reglas, los premios y los castigos a fin de que el alumno no se pueda disculpar diciendo que no sabía que eso estuviese mandado o prohibido.
Exceptuados rarísimos casos, las correcciones y los castigos no se den nunca en público, sino privadamente, lejos de los compañeros, usando la mayor prudencia y paciencia para alcanzar que el alumno comprenda su culpa.
El educador entre sus alumnos trate de hacerse amar si quiere hacerse respetar.
El sistema preventivo hará que el alumno esté siempre lleno de respeto hacia el educador y recibirá siempre con placer la educación impartida.
El educador es un individuo consagrado al bien de sus alumnos, por lo que debe estar pronto a afrontar todo sacrificio y toda fatiga con tal de conseguir su fin.
Algunas veces, dirige algunas palabras a todos, dando algún aviso o consejo acerca de las cosas que deban hacerse o evitarse, pero procura no pasarte nunca de dos o tres minutos.
La elección de un buen portero es un tesoro para una casa de educación.
Déseles a los alumnos amplia libertad de saltar, correr, gritar y divertirse a su gusto: el deporte, la música, la declamación, el teatro, son medios eficacísimos para obtener la disciplina y coadyuvar a su formación integral.
Hágase de modo que los alumnos no estén nunca solos y no se dejen nunca ociosos.
El educador, una vez ganado el corazón del alumno, podría ejercer sobre él un gran imperio, corregirlo, aconsejarlo y reprenderlo aun después, cuando se halle fuera de su jurisdicción.
El sistema preventivo dispone y persuade al alumno, de modo que el Educador podrá hablar siempre con él el lenguaje del corazón, sea durante la educación, sea después de ella.
El sistema preventivo hace amigo al alumno, que ve en el educador un bienhechor que le avisa, que desea hacerlo bueno, librarlo de los disgustos, de los castigos y de la deshonra.
El sistema represivo puede impedir un desorden, pero difícilmente hará mejores a los culpables.
Si una voz amiga hubiese advertido al chico, ciertamente se hubiera evitado aquella falta cuya pena el joven no ha recordado.
Recuerda que la ligereza de la juventud hace que en un momento olvide las reglas disciplinarias y los correctivos que ellas traen.
El alumno avisado preventivamente no se encoleriza por la corrección, porque en esto va siempre un aviso amigable y preventivo que le razona, y generalmente le gana el corazón, por lo que conoce la necesidad de la corrección.
Excluir todo castigo violento y procurar alejar aun los más ligeros.
Que el alumno tenga siempre sobre sí el ojo paternal del Rector y de los profesores que como padres amorosos hablen, sirvan de guía en todo, aconsejen y con cariño corrijan.
Haz conocer constantemente las prescripciones y reglamentos de tu institución, con ello puedes prevenir muchas faltas que se dan, por ignorancia de la norma.
Los jóvenes ordinarios necesitan avisos y consejos frecuentes, pero breves. Hay que estimularlos al trabajo aun con pequeños premios, y demostrarles grande confianza.